El sordociego Javier García Pajares tras alcanzar la cima del Elbrus: «también yo puedo abrazar las estrellas»

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Autor: Darío Rodríguez

El placentino sordociego, Javier García Pajares, ha alcanzado la cima del monte Elbrus (5.642 m.), la cima más alta de Europa. Tiene claro que ser sordociego no le tiene porqué impedir abrazar las estrellas. La montaña ocupa un lugar clave en su vida: «es una terapia para mi». Su mensaje: «Las personas sordociegas existimos y también somos capaces».

El placentino sordociego, Javier García Pajares, alcanzaba el pasado de 10 de agosto la cima del monte Elbrus (5.642 m), la montaña más alta de Europa.

El equipo, formado por Óscar Sueiro, Paco Fernández, José Antonio Gª Regaña, José Antonio de Mesas y Cristina Fernández, partió desde el Campo Base (3.800 m.) a las dos de la madrugada del pasado 10 de agosto y alcanzó el techo de Europa once horas más tarde.

Esta actividad forma parte de Abrazar las estrellas, un proyecto de «Un mundo con sentido« que cuenta con el apoyo, entre otros, del Ayuntamiento de Plasencia y la Junta de Extremadura. En el marco de este proyecto, Javier ha podido, además de ascender el monte Elbrus, practicar escalada deportiva con Javier Cano (varias veces campeón de España de escalada), realizar un salto en paracaídas en Évora (Portugal) y ascender el pico Aneto, la montaña más alta de los Pirineos. 

En 2018, con el proyecto Quiero tocar el cielo, el equipo de Un mundo con sentidoconsiguió hacer cima, entre otros, en siete picos de los Alpes de más de 4.000 metros de altura en tan solo seis días; en el pico Almanzor, la montaña más alta de Sierra de Gredos y de todo el Sistema Central; y en el pico Ras y el monte Toubkal, la montaña más alta del atlas marroquí y del norte de África. 

Además, Javier ha sido galardonado recientemente, a propuesta de la Federación de Asociaciones de Personas Sordociegas de España, con el Premio Nacional de Juventud que otorga el Instituto Nacional de la Juventud por el proyecto Un mundo con sentido y por su trayectoria, ya que, entre otras cosas, ha sido la primera persona sordociega de Europa en participar en el programa Erasmus+ha terminado un doble grado en Derecho y ADE y actualmente trabaja como asesor jurídico en Ilunion. 

«Si quiero, pese a ser sordociego, puedo abrazar las estrellas»

¿Qué ha sido para ti esta ascensión?
Ha sido un hito, fruto del trabajo en equipo y de una voluntad inquebrantable. Ha sido romper una barrera enorme, demostrar al mundo que si quiero, pese a ser sordociego, puedo abrazar las estrellas.

¿Lo más difícil?
Teníamos previsto un día de descanso antes de afrontar la ascensión del Elbrus, pero por la meteo tuvimos que emplear ese día para acometer el ascenso. Esto quiere decir que tuvimos tres días de aclimatación y, sin ningún descanso, afrontamos la subida al cuarto día. Habíamos dormido ni cuatro horas y estábamos agotados, pero ahí me tienes, abrazando las estrellas. Además, no utilizamos los ratracks durante la ascensión, lo hicimos todo de golpe desde el campo base. Once horas nos llevó, pero sirvió para romper barreras a lo grande.

¿Lo mejor?
Para mí son dos cosas. Una, los compañeros del equipo, que siempre están ahí para ayudarme, que tienen un mensaje positivo para mí, que hacen que pueda. Y dos, el momento en el que llego a la cima y veo el reto culminado, cuando abro los brazos y siento que abrazo las estrellas y que con ese abrazo la sordoceguera llega a lo más alto de Europa.

«La montaña es una terapia de vida para mí»

¿Qué es para ti la montaña? ¿Qué encuentras en ella?
La montaña es una terapia de vida para mí. Me ayuda a desconectar del estrés del día a día y a superarme. Llego allí, me marco un objetivo, voy disfrutando por el camino y, al final, con esfuerzo, perseverancia y trabajo en equipo veo mi sueño hecho realidad.

No oyes y tampoco ves. ¿Qué sentido es el que te hace percibir mejor las sensaciones de estar en la montaña?
Para mí lo mas importante es el tacto. A través del tacto mis compañeros me transmiten toda la información y percibo todas las emociones del grupo. Si hay peligro, si hay que dar un salto, si tengo que esperar… todo me llega a través del tacto con diferentes pautas comunicativas en las manos y el resto del cuerpo. También mis compañeros me describen, utilizando mis sistemas táctiles de comunicación, todo lo que nos encontramos por el camino.

¿Soñando ya con otra montaña? ¿Más alta?
Están empezando a madurar las ideas porque es un proyecto que contagia ilusión y mi creciente experiencia hace que cada vez persigamos retos más ambiciosos porque me desenvuelvo con mayor facilidad por la montaña. Nos estamos planteando el Kilimanjaro para 2020, la montaña más alta de África.

«Las personas sordociegas existimos y también somos capaces»

¿De dónde sacas tanta energía? Haces deporte, asciendes montañas, escalas… y también tienes tiempo para formarte y tener ¡una doble licenciatura!
Es la motivación, que todo lo puede. Me gusta creer que puedo con todo y cuando un reto se dibuja en el horizonte me lanzo a por él con ganas.

Con tu ejemplo nos enseñas que no hay límites … sino excusas para no vivir nuestros sueños.
No hay límites cuando quieres algo de verdad y tienes los apoyos necesarios para lanzarte a por ello. Que las personas sordociegas existimos y también somos capaces. Que todos deberíamos tener derecho a disfrutar del mundo que nos rodea, sea como sea.

¿Hay alguna frase o idea que te inspire?
Hay muchas, pero lo que más me mueve es siempre lo mismo: difundir y disfrutar. Bajo ese lema he conseguido tocar el cielo y abrazar las estrellas.